Ya no tienes edad para irte de festival, dicen. Se te ha pasado el arroz, dicen. Y yo, que con el tiempo he crecido en años pero también en paciencia, me pregunto: ¿no me puedo cocinar el arroz como yo quiera?
Es cierto, ya no soy aquel joven medio loco que lanzaba una cerveza al aire en las primeras filas, ante el escenario. Ahora veo los conciertos desde una buena posición, la música la escucho y la cerveza, en lugar de echármela por la cabeza, me la bebo.
¿Qué me ha pasado? ¿Ya no tengo edad para volverme loco?
CUANDO TENÍA VEINTE AÑOS
Cuando tenía veinte años, me juntaba con cualquier amigo de amigo que tuviera ganas de fiesta, íbamos de concierto y nos bebíamos veinte cervezas, una por cada año que teníamos. Al día siguiente, todavía madrugaba para ir a comer en casa de mi abuela, que ya me aconsejaba que aprovechase el tiempo.
Ahora, si me bebo veinte cervezas, probablemente el día siguiente me sentiré como si me hubieran enterrado al lado de la abuela. Por eso, hoy valoro más mi cuerpo y prefiero calidad antes de que cantidad. Y esta máxima la aplico en toda mi vida.
A veces, me junto con mis mejores amigos, esos que siempre han estado a mi lado. Otras veces, disfruto de un concierto en familia, con la persona que quiero y con nuestro hijo, que ahora cumple tres años.
Pero, de vez en cuando, llamo a esos amigos que hace tiempo que no veo. Y confieso que nos da tanta alegría vernos que, a veces, nos liamos a hablar y nos acabamos bebiendo casi una Estrella Damm por cada año que tenemos. ¡Y eso que ya no tenemos veinte años!
YA NO TENGO VEINTE AÑOS… ¿SEGURO?
Pensándolo bien, ¿qué quiere decir que ya no tengo veinte años? Los veinte años los tuve hace tiempo, los sigo teniendo y los tendré para siempre. Los veinte años son míos: todas aquellas experiencias las tengo guardadas y nunca las olvidaré.
Es cierto que antes tenía todo el tiempo del mundo y lo perdía de cualquier manera. Ahora, escojo mucho mejor los conciertos a los que voy. Porque mi tiempo libre vale oro y tengo muy claro cómo lo quiero invertir.
No, yo no voy a cualquier festival.
LA MAGIA
¿Cuáles son para mí los mejores festivales? Esos que puedo disfrutar con amigos o en familia. Esos donde puedo elegir la tranquilidad de comer en un foodtruck o la adrenalina de darlo todo frente al escenario.
¿Cuáles son para mí los mejores conciertos? Esos que empiezan a las últimas filas y acaban en una explosión mágica.
La magia de que hablo es una especie de fuerza magnética que me atrae hacia delante. Y entonces acabo a las primeras filas. Saltando, bailando, cantando.
Canto como el joven loco que siempre fui, bailo como el joven que decidió ser un adulto pero nunca podrá renunciar a su esencia. Y salto para que mi pareja y mi hijo me vean y no paren de reír.
Entonces es cuando sé que estoy en mi mejor momento.
El Festival Cruïlla se puede disfrutar de día o de noche en familia o con amigos.
Échale un ojo al cartel y busca los grupos que te gustan. Puedes comprar una entrada de un día o, si quieres vivir la experiencia completa, escoger uno de los abonos.
Pero, sobre todo: baila, salta y canta, porque estás en tu mejor momento.