Amy: la chica detrás del nombre (2015) es un documental dirigido por Asif Kapadia, presentado como el retrato de la vida profesional y personal de Amy Winehouse. Una pieza íntima, visceral y llena de testimonios que dejan al espectador tocado por el don y el drama de la artista que consiguió hacerse con un Oscar en la gala de este año al “Mejor Documental”, derrotando producciones como “Cartel Land”, “The look of Silence”, “What Happened, Miss Simone? O “Winter on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom”.
Era septiembre de 1983, cuando en el seno de una familia judía asentada en los suburbios de Londres nacía la segunda hija de Mitch y Janis, una de las voces más impactantes que ha podido conocer la escena musical. Amy Jade Winehouse, una niña de cabello negro intenso y de carácter imparable se convirtió en una de las artistas más aclamadas y fugaces en la escena del jazz y el soul.
Mitch Winehouse, padre de la cantautora y guardián de su memoria puso el grito en el cielo tras el lanzamiento del film, afirmando que “Amy se sentiría furiosa. Esto no es lo que ella hubiese querido ver”. Y lo que se ve, nada más y nada menos, es la historia de una mujer carnaza de los tabloides mundiales; una chica que cantaba a corazón abierto la crónica de una muerte anunciada, herida por un amor tóxico y atrapada en una copa de vodka interminable.
A los “cuerdos”, no nos resulta fácil comprender por qué hay personas que, pese a tener un camino de estrellas dibujado bajo sus pies, deciden ir en dirección contraria. Por una senda que marca su brújula interior. Lejos de lo esperado, de lo convencional, de lo establecido. Sencillamente, en la vida existen personas que se resignan a su suerte y luego hay otras, que son almas indomables. Como Amy.
En los 15 primeros minutos del documental, ya puedes sacar conclusiones claras: Amy se convirtió en esclava de su propio éxito, cargando una decepción profunda con los hombres (sobre todo, con su padre y con su ex-marido, Blake) que la empujaron a un callejón sin salida y, más tarde, caer en la maldición del Club de los 27.
Amy: la chica detrás del nombre es una pieza que te producen sentimientos encontrados: una profunda admiración por la naturalidad de Amy, su relación integral y pura con la música así como su innegable talento para expresar su mundo interior de forma deslumbrante. Sin embargo, la impotencia te invade al ver como un alma tan frágil y sensible se ahoga, poco a poco, en el fondo de su propio vaso. Hay que hacer un verdadero esfuerzo por ir más allá del crack, la heroína y los escándalos para conocer un poco sobre Amy; una de las mejores voces británicas cuya vida giraba por y para la música, sangrando letras que a día de hoy siguen muy vivas en nuestra mente.
En palabras del propio Kapadia: «Uno abandona la proyección de Amy tocado, impactado por su historia, pero a la vez sintiéndose un poco responsable de lo sucedido. Sintiendo que se podía haber hecho algo para evitar su trágico desenlace. La historia oscura de Amy Winehouse duró lo suficiente como para que todo el mundo la supiera, pero nadie hizo nada para evitarla. A la gente le encantaba ver cómo los cómicos gastaban bromas sobre ella. La gente seguía comprando entradas aún sabiendo que ella probablemente no iba a estar bien. Gente que la buscaba en las discos o visitaba webs solo para verla mal. Creo que en definitiva es también una historia sobre su audiencia. Y de lo cómplice que eres como audiencia, al igual que lo es el periodista, el promotor de la gira o todos los que estuvieran implicados en esta historia.»
A disfrutar Cruïllerxs…