Flamenco, post-rock y poesía, en la combinación más impactante del año
Tenía que pasar tarde o temprano. Toundra hace años que provocan estragos en el terreno del rock instrumental más demoledor y feroz, mientras que El Niño de Elche es la voz de un flamenco heterodoxo e iconoclasta; tan pronto improvisa encima de las imágenes del cineasta experimental Vale de Omar como se deja querer por una rave electrónica. Nombres inquietos, pues, que estaban destinados a encontrarse. La colisión se ha traducido en un proyecto bautizado como Exquirla, y en un disco, Para quienes aún viven. Es en este trabajo donde los cánticos de El Niño se incendian con los tempestuosos paisajes eléctricos del grupo madrileño.
Escuchar Exquirla es estremecerse de poesía y ruido, y sólo podemos soñar con el estrépito que esta fantástica unión puede causar encima del escenario. Lo comprobaremos, expectantes, en el festival.