Magia hecha música
Antes de tomar su propio camino, Camille ya se hizo famosa formando parte del grupo Nouvelle Vague. Poco después, en 2002, publicó Le Sac de Filles, y ahí empezó un éxito crítico y comercial que nunca la ha abandonado. A partir de entonces, Camille se ha ido convirtiendo en una artista pop que trasciende el género.
La francesa es, por méritos propios, la nueva voz de la chanson francesa y estará presentando en Cruïlla su nuevo disco OUÏ, que fue publicado el pasado 2 de junio y que fue grabado durante más de un año en La Chartreuse, un monasterio del siglo XIV en Aviñón. El disco fue inspirado por su reciente segunda maternidad, un estado psicodélico y transformador alejado de algo tan aburrido como la madurez.
Camille es una artista diferente, especial, excéntrica, a la que a veces comparan con Björk. En su carrera se puede encontrar de todo: desde susurros a gritos en varios discos, todo tipo de percusiones corporales, una sola nota que atraviesa las 15 canciones de su disco Le Fil, tambores elásticos o canciones medievales cantadas a capela desde el centro de una catedral.
Una mujer experimental, arcana, dueña de sí misma, una bella rara avis en el panorama musical actual.
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